INFO SIMBOLOGÍA
COLECCIÓN SIMBOLOGÍA / Homeland Symbology

La idea de “nación”, entendida como una comunidad humana con ciertas características particulares, puede considerarse como relativamente moderna. En las nacientes repúblicas del continente americano, en los albores del siglo XIX, se identificó con la noción de “patria”, o bien con el lugar de nacimiento –ciudad o territorio– y con las tradiciones compartidas. Esta idea caló hondo en el orgullo comunitario, bajo la protección de un Estado que buscó una forma de representación colectiva a través de imágenes que sintetizaran sus rasgos esenciales. La dramatización o exaltación de la soberanía nacional impuso el culto a los orígenes como un elemento de íntima cohesión e identificación de las masas con un ideal que fusionaba el concepto de pueblo con el de República moderna. Esta asociación necesitaba un imaginario para constituirse y nuevos medios de comunicación para expandirse. Durante el período fundacional de las naciones latinoamericanas, cuya simbología patria se inspiró en la doctrina revolucionaria francesa de 1789, el nacionalismo fue un mecanismo legitimador del ideario liberal-republicano, sirviendo como elemento integrador de la sociedad. De ahí que muchas comunidades forjaran su identidad en un pasado mítico y en un distintivo visual o emblema reconocible. La elaboración de una simbología cívica que representara a la naciente República de Chile se inició en tiempos del gobierno de José Miguel Carrera. Sin embargo, los símbolos gráficos definitivos se establecieron durante las administraciones de Bernardo O`Higgins y José Joaquín Prieto. El diseño de la bandera, que se utilizó en el juramento de la Independencia de Chile en 1818, fue encargado a Antonio Arcos, aunque su dibujo se atribuye al pintor Ignacio de Andía y Varela. Éste mantiene los tres colores utilizados en la denominada bandera de transición, cambiando su disposición e integrando la estrella de cinco puntas. Inicialmente, el diseño fue legalizado por un Decreto Ley de 18 de octubre de 1817. En 1854 se determinó la proporción que debían ocupar los colores en los cantones de la bandera rectangular y en 1912 se dispuso una normativa para regular el diámetro de la estrella. Ese mismo año, se reglamentó la forma de uso de los colores en otros soportes como la banda presidencial y las cintas para condecoraciones. El trazado del escudo también experimentó cambios significativos antes de oficializarse de manera definitiva. En sus primeras versiones, el emblema incorporó una columna jónica, una pareja de indígenas, espadas y ramas de laurel, entre otros símbolos, los cuales fueron reemplazados por el diseño definitivo de Charles Wood. En agosto de 1832 el Presidente Prieto envío el nuevo dibujo al Congreso, siendo aprobado por el cuerpo legislativo el 24 de junio de 1834. Sin embargo, tuvo que transcurrir más de un siglo para que el escudo se normara de forma oficial; el 18 de octubre de 1967, por medio de un Decreto Supremo, se especificaron las características del identificador gráfico, el cual fue declarado, junto con la bandera, la escarapela y el estandarte presidencial, como emblema nacional. Hacia mediados del siglo XIX la construcción de una imaginario nacional de impronta europea e inspiración neoclásica fue incorporando una nueva sensibilidad de orientación nacionalista y una visión idealizada del país. Esta autoimagen, con claros visos estratégicos de posicionar a Chile como una excepción y modelo de orden institucional en América del Sur tuvo el anhelo de ser en América un rincón de Europa en tanto República fundada en la diferencia con sus homólogos continentales. En consecuencia, los primeros intentos de creación de una imagen país se basaron en la difusión de su potencial geográfico, caso de la obra Essai sur de Chili publicada por Vicente Pérez en 1857, en la cual se daban a conocer las bondades y fortalezas del territorio nacional con el fin de hacerlas visibles en el extranjero para aumentar las migraciones al país. Con la emergencia de las exposiciones universales instancia en la cual cada nación se exhibía al mundo como una mercancía– en Chile se desarrolló la Exposición Internacional de Santiago de 1875, que tuvo lugar en la Quinta Normal. A la feria acudieron 28 países y cerca de 3 mil expositores, posicionando al país como una potencia dentro del continente. A la vez, el país comenzó a participar de los eventos organizados en el extranjero. En 1889, se hizo presente en la Exposición Universal de Paris con un edificio de corte moderno y desmontable. Posteriormente, en la Exposición Panamericana de Buffalo celebrada en Estados Unidos en 1901, expuso una variedad productos de manufactura local, con el propósito de dar a conocer al grado de industrialización del país. Ya entrado el siglo XX, a 100 años de la creación de la Primera Junta de Gobierno, se conmemoró la Independencia Nacional a través de celebraciones y obras públicas tales como la construcción del Museo Bellas Artes, la Estación Mapocho y el sistema de alcantarillado y alumbrado, además de publicaciones que documentaron ese momento histórico. Así, en 1910 el país buscó mostrarse como una nación consolidada, proyecto que se desarrollo bajo un marcado imaginario foráneo que se manifestó en la arquitectura y los símbolos neoclásicos utilizados. Durante las primeras dos décadas del siglo XX, la economía del país se basó principalmente en la industria salitrera, otorgándole un lugar relevante dentro del quehacer del Estado. Para incentivar las ventas, se desarrolló una campaña de promoción del mineral, la que terminó por convertirse en uno de los de los principales objetivos de la política exterior chilena. Por medio de afiches y folletos se buscó posicionar a Chile como el mayor extractor de la materia prima, lo que trajo consigo la construcción de una imagen país referida al Nitrato de Sodio. En 1929, año que coincidió con la crisis económica mundial provocada por el derrumbe de la Bolsa de Nueva York y el declive de la exportación salitrera por la invención del salitre sintético, Chile se hizo presente en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, evento en el que se resaltaron las actividades agropecuarias mediante el montaje de un pabellón de corte moderno, inspirado en la forma de la cordillera de Los Andes y estructurado en diferentes alturas. Esta instalación manifestó una nueva perspectiva histórica, que se venía forjando desde principios del siglo XX en los sectores populares y la clase media, como una crítica a la desmedida europeización de las élites chilenas, levantando el argumento del imaginario geográfico como redefinición de “lo propio”. El pensamiento geopolítico del período había otorgado a la geografía local un protagonismo inédito como denominador común de chilenidad, donde mar y cordillera se perfilaron como factores decisivos en la oferta turística y la proyección de imagen-país. Por ello, las nociones de Chile y cordillera terminaron por vincularse, permitiendo la elaboración de una identidad territorial a través de relatos literarios, y publicitarios; una descripción geográfica de nuestro territorio que desde las tempranas representaciones hispanas había impulsado la fijación por la cordillera como límite e imagen del país. A lo largo de su historia, Chile ha generado diversos símbolos y narrativas para el cultivo de su autoimagen, ya fuera a partir del relato nacional-militar o a través de sus peculiaridades geográficas o históricas. Sin duda, la autoconstrucción de la nación chilena y la determinación de una imagen país ha constituido un proceso extenso y dinámico en constante modificación donde el Estado ha tenido que asumir un rol preponderante.

The idea of “nation” as a human community with certain peculiar features, can be considered as a relatively modern one. The idea of homeland, was identified with the place of birth –city or land– in the rising nations of the American continent and also with ordinary traditions. This idea made a deep impression in the community pride, protected by a state that searched for a collective representation by means of images, which could summarize its essential features.The dramatization or excitation of the national sovereignty imposed the worship to its origins, as an element of close cohesion and identification of masses with an ideal that merged the concept of people with that of the modern Republic. This association needed collective consciousness to form itself and new communication media to spread itself out. During the foundation period of the Latin American nations, their symbology was inspired from the French revolutionary doctrine (1789). Nationalism was a mechanism to legitimate the liberal-republican ideology, being useful as an element of integration in society. Hence many communities built up their identities with a mythical past and a visual or recognizable emblem.The production of a civic symbology, which could represent the rising Republic of Chile started in times of José Miguel Carrera´s government. However, the permanent graphic symbols were established during the administrations of Bernardo O´higgins and José Joaquín Prieto. The banner design, which was used in the Independence oath, was entrusted to Antonio Arcos, although its drawing was attributed to the painter Ignacio de Andía y Varela. It keeps the 3 colors that were used in the “transition banner” changes its layout and incorporates the 5-point-star. Initially, the design was authenticated by a decree-law (October 18, 1817). In 1854 the proportion of colors and the angles of the rectangular flag were determined and in 1912 the rules to regulate the star diameter were provided. In the same year, the way of using colors in other elements, such as the The drawing of the coat of arms also experienced important changes before it was officially permanent. In its first versions, the emblem incorporated a Ionic column, a couple of natives, swords and laurel branches, among other symbols, which were substituted by Charles Wood’s permanent design. In August 1832 president Prieto sent the Congress the new design, which was approved by the legislative body on June 24, 1834. However, more tan a century went by before the emblem was officially conformed. On October 18, 1967, by means of a” Supreme decree”, the features of the graphic identifier were specified. It was declared as a national emblem, together with the banner, the rosette and the standard.Towards halfway through the XIX century, the construction of a national collective conciousness of European stamp and with neoclassic inspiration was incorporating a new sensitiveness of nationalist trend and an idealized view of the country. This self view, with clear strategic signs-positioning Chile as an exception and as a model of institutional order in South America - wanted to be a spot of Europe in America, as a Republic that was well founded in contrast to its continental counterparts. Thus, the first attemps to create a country image were based upon the spreading of its geographic potential , such as the work “Essai sur de Chili”, published by Vicente Pérez in 1857 which announced the qualities and advantages of the national terrirory to make them noticeable abroad, in order to increase migrations into the country. Due to the emergence of universal exhibitions –where each nation showed itself as merchandise– Chile developed the Santiago International Exhibition in 1875, which took place in Quinta Normal. 28 countries and about 3000 exhibitors participated, positioning the country as a strengh within the continent. At the same time, the country started to participate in those events that were organized abroad. In 1889, Chile was present at the Paris Universal Exhibition, with a removable building of modern kind. Later on, at the “Buffalo Panamerican Exhibition”, which took place in USA in 1901, Chile exhibited a wide range of local products, to announce the national industrialización degree.Well into the XX century, 100 years after the first National Council, the National Independence was commemorated, with various celebrations and public works, such as the construction of the Fine Arts Museum, the Mapocho railroad Station and the lightning and sewer systems, together with a great many publications which reflected and researched on that historical time. Thus, in 1910 the country tried to show itself as a consolidated nation. This project was developed under a well marked foreign collective conciousness, which became evident in Architecture and the neoclassic symbols that were used.During the 2 first decades of the XX century, the country economy was mainly based on the niter industry, which took a relevant place in the State tasks. A campaign to promote the mineral was developed. It was done as a strategy to encourage sales and it ended up as one of the main aims of the Chilean foreign policy. By means of posters, leaflets and numerous publications, Chile tried to place itself as the main extractor of raw material, which brought about the creation of a country image related to sodium nitrate. In 1929, a year that coincided with the world economical crisis, caused by the collapse of the New York Stock Exchange and the decline of niter exports, due to the invention of synthetic niter, Chile was present at the “Sevilla Iberoamerican Exhibition”, where the agricultural activities of the country and an architecture of modern kind were emphasized. Different heights were taken into consideration to play with, inspired by the Andes Mountains. This installation declared a new historical perpective, which was being built up from the beginning of the XX century in popular and middle class groups, as a criticism at the excessive Europeanization of Chilean elites, employing the argument of a geographical collective conciousness as a redefinition of “ownership”. The geopolitical thought of that time had given the diverse local geography an unprecedented prominence as a common factor of “Chileanism” (chilenidad), where sea and mountain were shaped up as crucial factors in the touristic offer and in the scope of the country image. There is no society that lacks a space which can be used as a support. That is why the ideas of “Chile” and ”mountain” were finally linked, allowing the preparation of a territorial identity, by means of literary and advertising stories; a geographical description of our territory, which had promoted the obsession with the mountain range as a boundary and as the country image. Chile, through its history, has created various symbols and fictions to develop its self image, either from the national military story or through its historical or geographical peculiarities. Undoubtedly, the self construction of the Chilean nation and the decision on the country image, have made up a wide and dynamic process, constantly changing, where the State has assumed a predominant role.